Mi libro se titula “El
Club de la Miseria” y su autor es Paul Collier, un profesor de Economía y
Política Pública en la Escuela Blavatnik de Gobierno, en la Universidad de
Oxford y director del Centro para el Estudio de las Economías Africanas. Desde
1998 hasta 2003 fue director del Grupo de Investigación del Desarrollo del
Banco Mundial.
En este libro Collier trata
uno de los problemas que más ha preocupado a los economistas durante los
últimos siglos, y es qué falla en los países más pobres del mundo.
Collier parte de una
idea muy sencilla, mientras que muchos países en vías de desarrollo, en
especial los hispanoamericanos y los asiáticos, ya están consiguiendo encauzar
sus economías y afrontan una etapa de crecimiento sostenido, existen aún mil
millones de personas que forman lo que él denomina el “Club de la miseria” (los
países más pobres del mundo). Estas naciones son africanas en su gran mayoría,
y su desarrollo (social, económico y comercial) está casi estancado debido a
varios males endémicos, que el autor llama trampas: los conflictos armados
(guerras civiles, golpes de estado), los recursos naturales (puesto que
constituyen una fuente más de problemas, en lugar de generar riqueza), la
situación geográfica (en especial la falta de salida al mar, aunque también
países vecinos en circunstancias igual de desesperadas) y unos gobiernos
ineficaces (cuando no responsables directos de la pobreza contumaz). Estas
trampas son muy difíciles de salvar y las naciones que sufren alguna (o varias)
de ellas no sólo tienen problemas para subsanarlas, sino que corren el peligro
de recaer en ellas y perder oportunidades de progreso.
Tras exponer dichas
trampas nos presenta sus conclusiones y soluciones, las cuales ocupan un tercio
del libro y revelan el peculiar punto de vista del autor. Su posición
ideológica frente a la resolución de estos dilemas es conservadora y
capitalista. Para Collier las bajas en un conflicto armado son necesarias si
hablamos de “restaurar la paz” en un país con un conflicto interno, los
salarios bajos son necesarios para atraer inversiones y generar prosperidad. De
este modo, para el autor los países que se consideraban en vías de desarrollo,
están atravesando una etapa transitoria hacia una riqueza que los pondrá en
situación de igualdad con los países desarrollados en un plazo muy breve.
El autor defiende, con
criterio, que el capitalismo es la doctrina imperante en la economía global y
que los países del club de la miseria deben adaptar sus mecanismos para “pasar
por el aro” y generar riqueza para sus habitantes; una tesis dura, pero
aceptable en su fondo. Pero las recomendaciones y soluciones de Collier son
arriesgadas: esperar de los países desarrollados un acuerdo global en lo
referente a ayudas es tan inocente como confiar en la promulgación de leyes
internacionales que garanticen el justo empleo de esa ayuda por parte de los
gobiernos. Bien es cierto que el autor propone soluciones con la certeza de que
son complicadas, pero no es menos cierto que, como economista y asesor
político, debería ser mucho más consciente de la situación real y plantear
remedios más viables e inmediatos.
Personalmente, me
parece un libro bastante completo, ya que aporta tanto cuestiones teóricas
principalmente como algunos ejemplos prácticos. Aun así, en ocasiones echo en
falta un vocabulario más sencillo para aquellos que aún no dominan tanto dicho
lenguaje económico. El aspecto más negativo del libro es que no da una
respuesta clara como tal. No obstante, es un libro que recomiendo leer no sólo
a aquellos que estudien temas relacionados con la economía, dado que se
aprenden muchos más valores y hace ver que todo es más complejo de lo que
podemos pensar.
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