sábado, 25 de octubre de 2014

¿HAY QUE DESECHAR ESA MENTALIDAD DE LA VIEJA ESCUELA DEL DERROCHE?


Actualmente, vivimos en una sociedad de consumo, un tipo de sociedad que corresponde con una etapa avanzada de desarrollo industrial capitalista y caracterizada por el consumo masivo de bienes y servicios. Aunque si nos paramos a analizarlo detenidamente hemos pasado de ser consumidores por necesidad a serlo por deseo, por lo que el ahorro se ha convertido en una acción secundaria frente al gasto.
El principal problema de dicha sociedad de consumo es que ésta es insostenible. Desde el primer momento del proceso de producción, estamos agotando la capacidad del planeta para poder vivir, estamos usando demasiadas cosas, más de lo que nos podemos permitir. Además en el proceso de fabricación emitimos un alto porcentaje de residuos al medio ambiente, lo que contribuye al cambio climático y al deterioro de nuestro planeta.
Este hecho también afecta en el ámbito político o social dado que existe una gran desigualdad en nuestro planeta, puesto que países como Estados Unidos  tienen gran cantidad de recursos para cubrir sus necesidades, sin embargo otros países subdesarrollados ni siquiera pueden cubrir las necesidades primarias; por ello podemos decir que no existe escasez, si no desigualdad.
Además nuestra felicidad está disminuyendo, ya que tenemos más cosas pero cada vez menos tiempo para lo que realmente nos hace felices. Hoy día ponemos mucho énfasis en las necesidades materiales, lo cual nos lleva a la carencia de otro tipo de necesidades, que se manifiestan en desequilibrios individuales y crisis que no se solucionan con ir de compras.
Un rasgo muy característico de dicha sociedad es también la obsolescencia, es decir, la caída en desuso de máquinas, equipos y tecnologías motivada no por un mal funcionamiento sino por una insuficiente satisfacción de las necesidades en relación con las nuevas tecnologías introducidas en el mercado. Podemos encontrar dos tipos de obsolescencia, la planificada y la percibida.
La obsolescencia planificada significa “diseñado para ser desechado”, es decir, consiste en diseñar cosas para ser inútiles lo más pronto posible, con el fin de que las desechemos y adquiramos un nuevo producto.
Sin embargo, la obsolescencia percibida sirve para convencer a los consumidores de desechar productos que son perfectamente útiles, las empresas consiguen esto de un modo tan sencillo como cambiando la apariencia, por lo que juegan un papel muy importante la publicidad y los medios de comunicación.
Desde otra perspectiva podrían buscarse argumentos favorables a la sociedad de consumo, como por ejemplo, que vivir en este tipo de sociedad es consecuencia del alto desarrollo al que han llegado determinadas sociedades, lo cual se manifiesta en el incremento de la renta nacional. Esto posibilita que cada vez más personas adquieran bienes más diversificados.


Por todo ello, parece claro que ha llegado el momento de hacer unos ajustes ¿El sistema está en crisis? ¿Hay que desechar esa mentalidad de la vieja escuela del derroche?

martes, 21 de octubre de 2014

EMPRESAS LIGADAS AL TURISMO CEDEN EN BOLSA

El virus del Ébola fue identificado por primera vez en 1976, en la República Democrática del Congo, antiguo Zaire. Los primeros síntomas de este virus incluyen la aparición de fiebre,  debilidad, dolor muscular, de cabeza y de garganta. Más tarde progresan a vómitos, diarrea, alteración de la función renal y hepática - y sangrado a veces interno y externo. El virus se propaga a través del contacto con los órganos y fluidos corporales tales como sangre, saliva, orina, sudor etc. Es una enfermedad infecciosa y que se puede transmitir a todo tipo de mamíferos. Este virus ha vuelto a la actualidad en 2014, en territorios africanos y se ha propagado hasta el territorio Español y Estados Unidos (Texas)
Este virus no tan solo preocupa en el ámbito social, sino que también en el campo de la economía, ya que ha generalizado una bajada en bolsas europeas ante el hundimiento de la cotización de las compañías aéreas y hoteleras, por el miedo a que el caso español termine afectando al turismo, la primera industria del país y que incluso, el peligro de contagio se pueda extender a otros países.


Las compañías turísticas Meliá, NH y el grupo IAG registraban caídas en el mercado de valores al inicio de la jornada después de detectarse el primer caso de ébola en toda Europa.

Específicamente, el grupo IAG ha descendido 2,28% en el arranque de su cotización en el Ibex 35, hasta los 4,693 euros, al inicio de sesión, anotándose la segunda mayor caída del selectivo. La cadena de hoteles NH registraba una caída del 2,58%, al igual que Meliá Hotel, cuyo valor se veía recortado un 1,44%


Al tratarse del primer infectado en Europa, compañías como Lufthansa han comenzado a sufrir también los efectos en Bolsa. Así, los títulos de la compañía alemana cedían un 1,08% en la Bolsa de Valores de Berlín este martes, hasta 11,95 euros.
Sobre este tema hay diferentes puntos de vista. ¿Realmente el pánico al ébola es el culpable de la bajada en bolsa del turismo, o ha sido una mera casualidad? Los dos puntos de vistas más específicos son los siguientes;
"Este tipo de noticias suele tener un impacto sobre los valores que se puedan ver afectados por una reducción del número de turistas", explica a Cotizalia, Iván San Félix, analista de Renta 4. "Que esta caída esté fundamentada es otra cosa, pero si es cierto que en un primer momento lo que pesa es el miedo a que se produzca una reducción del tráfico aéreo", continúa el experto. "Sin embargo, a nivel números no creo que esta crisis afecte a las compañías", concluye San Félix.



"La crisis del ébola ha castigado a los sectores relacionados con el turismo. Estos valores, pese a no tener un gran peso en los índices europeos, han contagiado más pesimismo sobre los activos españoles, dada la mayor exposición de la economía española al turismo", ha explicado el analista de IG Daniel Pingarrón en  Europa Press.
        

                                                                                                   -Nuria Monje Puerta