Actualmente, vivimos en
una sociedad de consumo, un tipo de sociedad que corresponde con una etapa
avanzada de desarrollo industrial capitalista y caracterizada por el consumo
masivo de bienes y servicios. Aunque si nos paramos a analizarlo detenidamente
hemos pasado de ser consumidores por necesidad a serlo por deseo, por lo que el
ahorro se ha convertido en una acción secundaria frente al gasto.
El principal problema
de dicha sociedad de consumo es que ésta es insostenible. Desde el primer
momento del proceso de producción, estamos agotando la capacidad del planeta
para poder vivir, estamos usando demasiadas cosas, más de lo que nos podemos
permitir. Además en el proceso de fabricación emitimos un alto porcentaje de
residuos al medio ambiente, lo que contribuye al cambio climático y al
deterioro de nuestro planeta.
Este hecho también
afecta en el ámbito político o social dado que existe una gran desigualdad en
nuestro planeta, puesto que países como Estados Unidos tienen gran cantidad de recursos para cubrir
sus necesidades, sin embargo otros países subdesarrollados ni siquiera pueden
cubrir las necesidades primarias; por ello podemos decir que no existe escasez,
si no desigualdad.
Además nuestra
felicidad está disminuyendo, ya que tenemos más cosas pero cada vez menos
tiempo para lo que realmente nos hace felices. Hoy día ponemos mucho énfasis en
las necesidades materiales, lo cual nos lleva a la carencia de otro tipo de
necesidades, que se manifiestan en desequilibrios individuales y crisis que no
se solucionan con ir de compras.
Un rasgo muy
característico de dicha sociedad es también la obsolescencia, es decir, la
caída en desuso de máquinas, equipos y tecnologías motivada no por un mal
funcionamiento sino por una insuficiente satisfacción de las necesidades en
relación con las nuevas tecnologías introducidas en el mercado. Podemos
encontrar dos tipos de obsolescencia, la planificada y la percibida.
La obsolescencia
planificada significa “diseñado para ser desechado”, es decir, consiste en
diseñar cosas para ser inútiles lo más pronto posible, con el fin de que las
desechemos y adquiramos un nuevo producto.
Sin embargo, la obsolescencia
percibida sirve para convencer a los consumidores de desechar productos que son
perfectamente útiles, las empresas consiguen esto de un modo tan sencillo como
cambiando la apariencia, por lo que juegan un papel muy importante la
publicidad y los medios de comunicación.
Desde otra perspectiva
podrían buscarse argumentos favorables a la sociedad de consumo, como por
ejemplo, que vivir en este tipo de sociedad es consecuencia del alto desarrollo
al que han llegado determinadas sociedades, lo cual se manifiesta en el
incremento de la renta nacional. Esto posibilita que cada vez más personas
adquieran bienes más diversificados.
Por todo ello, parece
claro que ha llegado el momento de hacer unos ajustes ¿El sistema está en
crisis? ¿Hay que desechar esa mentalidad de la vieja escuela del derroche?
No hay comentarios:
Publicar un comentario