Hasta 2007 la
mayoría de los ciudadanos españoles presumían de tener una economía de “Champions League”. Varios años más tarde,
nuestro país se encuentra ya por su segunda recesión, de modo que la sociedad
se encuentra con un gran desempleo y la quiebra de multitud de empresas debido
a su incapacidad para asumir los gastos necesarios.
Consideramos
la crisis actual como un fenómeno histórico debido a su profundidad,
persistencia y sus múltiples implicaciones en diversos ámbitos a nivel
internacional.
Podríamos
decir que “Cada tiempo tiene su crisis” por lo que tratar de conocerlas nos
puede ayudar a comprender la naturaleza de nuestra economía y de la crisis
actual. Para ello es necesario conocer diversos acontecimientos que han
sucedido en la historia de España.
LA PESTE NEGRA
Y LA GRAN DEPRESIÓN MEDIEVAL.
La gran crisis
bajomedieval es considerada un punto de inflexión a escala global, de modo que
en Europa la peste negra supuso un momento histórico que se llevó por delante
un tercio y la mitad de la población del continente europeo; de este modo dicha
disminución afectó de forma considerable a la producción agraria y esto a su
vez al consumo. Este momento histórico se dejó notar de forma considerada en la
Península Ibérica a partir de 1348,a pesar de que anteriormente la Península
había sufrido graves carestías y hambrunas por malas cosechas, además de
continuas guerras que provocaron una elevada carga fiscal para financiarlas y
más tarde una multitud de deudas. Una de las consecuencias fue la quiebra del
Reino de Mallorca en 1405.
EL DURO SIGLO
XVII ESPAÑOL.
La Guerra de
los Treinta Años, de 1618 a 1648 hizo tambalear la economía de toda Europa. En
España se agravó debido a la insaciable política impositiva que los Austrias
aplicaron para financiar su política imperial. La escala fiscal de los Austrias
castigó a los productores agrícolas más productivos y los mercaderes más
prósperos, en beneficio de la nobleza y las oligarquías locales que tomaron un
creciente control de las tierras.
LA QUIEBRA DEL
ANTIGUO RÉGIMEN.
El XIX español
arrancó con dos crisis sucesivas de muy diferente carácter. La primera
(1803-1805) fue una crisis de corte feudal, debido a las malas cosechas y las
epidemias. La segunda (1808-1814) debido a la Guerra de la Independencia, que
provocó un grave problema para las haciendas públicas. El resultado es que
multitud de acreedores promovieron la privatización de bienes y tierras y
fomentaron el crecimiento económico entre 1815 y 1830, se trató de un
crecimiento rápido pero aún por detrás de los ritmos europeos, debido a
apoyarse en un modelo tradición.
LA PRIMERA
CRISIS CAPITALISTA DE ESPAÑA.
Ésta tuvo
lugar en el siglo XIX, entre 1864-1874, se trató de una crisis financiera que a
su vez coincidió con otra crisis agraria, con las primeras quiebras de compañías
ferroviarias, la quiebra de multitud de bancos, etc. Unos años después la gran
depresión de la primera globalización afectó de lleno a España entre 1882 y
1897.
LA GRAN
DEPRESIÓN Y LA SEGUNDA REPÚBLICA.
La gran
depresión internacional que siguió al crash del 29 afectó de una manera muy
particular a la economía de la naciente Segunda República. Los gobiernos
republicanos se valieron de instrumentos convencionales para combatir la
depresión coyuntural (medidas proteccionistas) pero lo hicieron tarde y con
poca convicción.
LA POSGUERRA,
LA AUTARQUÍA Y LOS AÑOS DEL HAMBRE.
La mayor
catástrofe económica de la historia de España arrancó con la guerra civil y
pervivió hasta casi 1960 por las equivocadas políticas que la dictadura
franquista aplicó hasta entonces. El
resultado de esa desastrosa política económica fue reducir el PIB per cápita
por debajo del nivel de 1929 hasta finales de la década de los cincuenta,
cuando se iniciaron los primeros pasos hacia la apertura que acabarían por
provocar el famoso salto de la alpargata al 600.
LA CRISIS DEL
PATRÓLEO, EL OCASO DE LA DICTADURA Y LA TRANSICIÓN.
La crisis del
petróleo en 1973 y el colapso del sistema monetario internacional de Bretton
Woods en 1979 coincidieron con una etapa de profunda inestabilidad política en
el ámbito nacional por los últimos años de la dictadura y los albores de la
nueva democracia. Los últimos gobiernos de Franco tardaron en reaccionar ante
la crisis del petróleo. El resultado fue un freno del PIB per cápita,
desequilibrios presupuestos, fuerte crisis industrial y energética, alta
inflación, desempleo creciente, etc. También hubo una importante crisis
bancaria que llevó a las entidades a desprenderse de sus carteras industriales
y empezar a centrarse en la banca minorista y los préstamos hipotecarios,
abonando el terreno para la aparición de los problemas financieros actuales.
EL SIGLO XXI Y
LA NUEVA GRAN DEPRESIÓN.
La entrada en
la CEE abrió una etapa de crecimiento que duró dos décadas. De 1985 a 2007
España vivió una edad de oro de expansión casi ininterrumpida, con la excepción
de la crisis de 1992-1993 solventad con las tradicionales devaluaciones de la
peseta. La crisis que estalló en 2007 y se arrastra hasta la actualidad se
trata de la primera crisis financiera que enfrenta España como una economía
abierta al exterior y un sistema financiero liberalizado y homologable a los de
otras naciones desarrolladas; cuyo resultado está siendo una de las depresiones
más profundas de nuestra historia.
Los años de
crecimiento continuo empeoraron la gran crisis. La desregulación bancaria a uno
y otro lado del Atlántico y la internacionalización de la operativa de los
bancos españoles facilitaron una burbuja crediticia que derivó en pensar que
estaban haciendo bien en sus prácticas. Hubo en España una verdadera adicción
al crédito, aprovechando que por primera vez en su historia el país se
financiaba al mismo tipo de interés que Alemania y por la necesidad de cubrir
con capital exterior los enormes déficits de la balanza de pagos.
De la mano de
la burbuja financiera vino la burbuja de la construcción, siendo respaldada por
la enorme oferta de suelo que propició la desregulación y la deficiente
financiación local, por la demanda de vivienda y por la insaciable inversión en
infraestructuras públicas no siempre necesarias e impulsadas principalmente por
la financiación de las cajas de ahorros.
Los bancos
españoles en un primer momento parecieron soportar bien la crisis que ya
sufrían los norteamericanos y europeos. No obstante, los balances de los bancos
contaban con grandes cantidades de pasivos que eran préstamos a corto plazo y
que tras el colapso del mercado interbancario les obligaron a reducir crédito.
Sin la aportación de créditos, la burbuja de la construcción comenzó a explotar
y con ello se desató un gran incremento del paro,que aún perdura. La crisis
bancaria finalmente derivó en un rescate del sistema financiero español por
parte de la UE. Y tras los intentos por evitarlo, al final el Gobierno ha
acabado por crear un 'banco malo' para acoger los activos tóxicos inmobiliarios
que acumulaban las entidades en sus balances.
La recesión ha
estrujado al máximo las cuentas públicas, que han pasado del superávit
precrisis a un déficit histórico que aún no se ha conseguido embridar. Y España
ha pasado por una auténtica travesía del desierto en forma de crisis de deuda,
con primas de riesgo absolutamente desatadas y que hoy parecen templarse.
Terminamos
indicando que las grandes crisis suelen ser causa de cambios sustanciales de
los sistemas económicos y políticos.La gran depresión bajomedieval contribuyó
al nacimiento del estado moderno en Europa, no tanto en España; las crisis de
la primera mitad del XIX sirvieron para asentar el modelo capitalista en
España; la crisis de los treinta y siguientes convulsionó el sistema político
con la caída de la monarquía, la llegada de la república y el establecimiento
de una dictadura; la liberalización de la economía posterior propició el Estado
del Bienestar.
La pregunta
es, ¿cuáles serán los cambios que propiciarán la gran depresión de este siglo
XXI? ¿Oportunidades? ¿Amenazas? ¿Cara o cruz?
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